Hoy en día, cuatro grandes empresas controlan buena parte del desarrollo de la inteligencia artificial: Microsoft, Google, Amazon y Meta. Estas compañías tienen no solo el dinero y el talento, sino también los centros de datos, los chips más potentes y el acceso a millones de usuarios en todo el planeta.
Gracias a eso, pueden influir en cómo pensamos, cómo se filtra la información y qué vemos en internet. Desde los resultados de una búsqueda hasta lo que aparece en redes sociales, muchas decisiones automáticas están en manos de algoritmos creados y controlados por estas empresas.
El problema, según expertos, es que esta concentración de poder es tan grande que no hay precedentes. Nunca en la historia tan pocas empresas habían controlado algo tan importante como el conocimiento y el razonamiento automatizado. Además, muchas startups y proyectos dependen de sus plataformas para funcionar, lo que hace aún más difícil competir contra ellas.
Por eso, hay quienes piden reglas más claras y medidas para asegurar que la inteligencia artificial se desarrolle de forma más justa, abierta y sin que todo quede en manos de unos pocos.